... escultura y algo más

jueves, 5 de marzo de 2015

DIEZ MIL ANÉCDOTAS

APUNTES DE UN AUSENTE LIBERTO





"El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo..." Friedrich Nietzche
 







































Como aquella anotación a pie de página, que otorga una certidumbre inmediata sobre aquello a lo que hace referencia, es de considerar similar atribución a una imagen, una fotografía transformada en nostalgia para quien, tras perseguirla infatigable, la contempla ahora, no con menor excitación respecto al instante mismo en que logro coincidir con ese instante, un momento sustraído al tenaz discurrir del tiempo.








































Como el ser individual, aquel ser único que contraviniendo los límites de la cordura urbana, transfigurado en su propio “sino”, persecutor de aquellos limites seductoramente serenos, castradores de osadías, de audaces provocaciones que, solo unos pocos, muy pocos, logran experimentar como aquella opresión que comprime, no solo el pecho, sino que le obliga, lo conduce a ser diferente, a convertirse en ese ser único e ideal, el “YO”.







































Cuan limitante y, porque no decir, acaso frustrante, puede llegar a resultar eso que la muchedumbre llama realidad, mientras que aquellos que discurrimos por el universo de lo académico, acaso para poder comprender un poco mejor aquello que denominados “realidad tangible, objetiva”, tecnicismos que convenientemente esgrimidos, proporcionan un aura de autoridad, sin la cual, aventuradamente diría yo, sería imposible generar vínculos entre las gentes pensantes, mas esto no implica en modo alguno, el surgimiento de actitudes empáticas. Un símil acontece cuando, ante la obra culminada, una nueva escultura erigida bajo el rigor dictado por los cánones académicos, y la arrogancia propia de un escultor, intolerante de las normas, descubre que aquello concluido, la obra, dista mucho de guardar similitud con su idea, y como podría guardar relación, menos aún un vínculo directo, si una es un hecho material, mientras que la causa, el origen es abstracto, un fragmento sustraído del ámbito de las ideas







































Convertidos en mudos testigos, mis esculturas, fotografías, para el caso que me conmina a efectuar un alto a mí auto impuesto, licencia para no escribir, diré que el disfrute no está en transitar del punto “A”, al punto “B”, ciertamente a lo que hago referencia, dista mucho de llegar a un lugar por el lugar en si. No, lo que trato de dibujar con imágenes estancas, es el discurrir del tiempo. Si, el tiempo, aquel bien inmaterial por el cual hombres y sociedades han ofrecido su existir, acaso regateándola, acaso ignorándola, pero que incuestionablemente aceptan su transcurrir, con la vana ilusión de que un día, día que jamás llega, tendrán tiempo para vivir.







































Ahora bien, toda narración guarda en su interior, oculta entre sus vocales y consonantes, el hilo conductor entre la idea, gestora de toda acción humana y como tal, asumida como el ideario de su creador, sobre el cual obviamente no disertaré, pues bien puedo resumirlo en esta simple palabra “ENCUENTRATE”.







































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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Obra, fotografías y texto: son propiedad de Gino L. Ataucusi Arenas.

Nota: resumen fotográfico de lugares y momentos por los que transite en estos primeros diez mil kilómetros, conociendo a mi manera, este pequeño lugar llamado "Perú".